La comida es un momento muy importante en la vida de un niño, ya que está totalmente relacionado con las emociones y la afectividad. Es por ello que la escuela o el centro ha de tomar unos criterios comunes:
A) RESPETAR RITMOS, NECESIDADES, APETENCIAS
La escuela tiene que ver lo que sí se puede hacer para respetar los ritmos de los niños, y si no se puede, ver porqué, porque tal vez tras este análisis parezca menos imposible.
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Respetar los tiempos de las tomas en los más pequeños, saber el horario en el que las han hecho en casa para poder acogernos lo más posible a su ritmo de tomas.Escuchar los tiempos que los niños necesitan para ir integrando cambios: texturas, sólidos, masticación, la cuchara
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Respetar el ritmo de comer de cada niño, hay niños lentos, otros más rápidos y pensar si se puede organizar la comida de manera que se tengan en cuenta distintos ritmos.
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Respetar la cantidad de alimento que cada niño necesita. No hay cantidades estándares. El único que siente la cantidad de comida que le sacia es el niño. Esto es así desde bebé, imaginemos como sucede con el pecho de la madre. Escuchar sus señales y gestos de saciedad y ponerle palabras. Esta actitud es complicada porque resulta difícil dar la última palabra al niño, y se suele entrar en un pulso con él.
Si se fuerza a los niños, el adulto habrá podido cumplir su objetivo, pero el niño ha perdido el placer de la comida. Si tenemos realmente en cuenta que el niño es el que siente, hemos de aprender a no dar una cucharada de más al niño que no la coma con placer.
Es contraproducente poner una gran cantidad de comida, si la finalidad es favorecer el apetito. Basta con poca cantidad para que estén bien nutridos. Además es más estimulante y siempre tiene la posibilidad de repetir. También pedir más comida les da la oportunidad de estar más atentos y activos, tomar decisiones, ser dueños de sus actos.
La labor y la responsabilidad de la educadora será observar, escuchar, conocer qué sucede, ofrecer, dialogar, pero nunca forzar. La presencia, la mirada y el acompañamiento serán nuestros recursos en el proceso del niño; no le abandonamos, él tiene que sentir que nos importa mucho.
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Respetar su necesidad de agua: ¿Quién decide cuando el niño tiene sed? La educadora o el niño: es de sentido común entender que cada niño debe beber cuando tenga sed.