Bernard Aucouturier es un pedagogo que nació en 1934 en un pueblo situado cerca de Tours (Francia)
Aucouturier estudia para ser profesor de educación física se interesa muy pronto por los trabajos del análisis del movimiento y de la psicomotricidad.
Trabaja e investiga durante 35 años en Tours, donde crea la práctica psicomotriz a partir de la observación de los niños y niñas
La práctica psicomotriz educativa
La práctica psicomotriz Aucouturier apunta al desarrollo psíquico del niño por la vía corporal. Esta práctica es una invitación a comprender lo que expresa el niño o la niña de su mundo interno por la vía motriz, es una invitación a dar sentido a sus acciones e interacciones.
En esta Práctica, trabajamos en partir del placer sensorio-motor como factor favorecedor de la unidad corporal, el proceso de simbolización y el acceso a la representación. La práctica apunta favorecer la expresión de todas las potencialidades motrices, afectivas, cognoscitivas y relacionales del niño.
La expresividad motriz, concepto creado por Bernard Aucouturier, es la manera original con la que el niño manifiesta sus contenidos internos inconscientes, procedentes de las primeras interacciones con el mundo envolvente.
Es observando como actúa el niño/a como el psicomotricista puede descubrir y comprender el sentido de su expresividad motriz, su deseo de engancharse, de separarse, de ser.
La Práctica Psicomotriz educativa Aucouturier (PPA) es un modelo de intervención educativa, no directiva que acompaña al niño en su crecimiento madurativo. Parte de su expresividad motriz, su forma de ser y estar (única en cada individuo) y se desarrolla en un dispositivo espacio-temporal donde los niños evolucionan desde la pulsión y la emoción hacia la descentración y el pensamiento (Sala de psicomotricidad).
El especialista de la práctica está preparado para observar, acoger, acompañar, comprender la expresividad motriz para aportar al niño o la niña respuestas adaptadas a sus necesidades, a sus demandas, a sus deseos más o menos conscientes.
La terapia psicomotriz
Se dirige a los niños y niñas que presentan trastornos en la expresividad motriz, estos trastornos que afectan su maduración tónico-motriz, psico-afectiva o simbólica. La terapia psicomotriz está indicada cuando los niños son invadidos por sus fantasmas arcaicos: aquellos niños pulsionales o al contrario inhibidos, que no se abren a la comunicación, enseñan una inseguridad afectiva.
El psicomotricista facilita una relación tónico-emocional para permitir al niño con dificultades trabajar plenamente por la vía motriz y simbólica. La observación de su manera de ser nos ayuda a comprender la dinámica profunda del niño.
La sala de práctica psicomotriz es un espacio estudiado para que el niño pueda vivir un itinerario de maduración psicológica, en el transcurso del cual el psicomotricista acoge las producciones y las emociones del niño o la niña, contiene sus excesos y sus dificultades, mantiene el marco ejecutivo favoreciendo siempre la expresión y la comunicación.
Aucouturier comenzó con Lapierre a introducir aspectos afectivo/emocionales en sus trabajos de psicomotricidad, que empezaron analizando el aspecto terapéutico de la debilidad motriz trabajando con los adultos. Después se separaron por tener distintas concepciones. Mientras que la línea de Lapierre pasó a llamarse «psicomotricidad relacional», la de Aucouturier se le conoce como «la práctica psicomotriz».
Es una psicomotricidad vivenciada educativa-preventiva, cuyo objetivo es la transformación del otro y la transformación de entorno a partir de la acción del niño, que es la manifestación externa de la unión entre el cuerpo y la mente. Esta acción (encadenamiento de acciones placenteras) está cargada de simbología. Las sesiones responden a una metodología configurada en los dispositivos espacial y temporal (ritual de entrada, fase de juego sensoriomotriz y juego simbólico, momento de construcción de la historia, situación de la representación y ritual de salida) con su diverso material (mobiliario, blando, duro, de construcción, de expresión gráfica), para tener un orden que la sostenga que favorezca la espontaneidad y donde los niños se sientan libres.
El papel de psicomotricista además de observador, acompaña las dinámicas que los niños van creando sin implicarse sólo entrar en su juego para hacerlo evolucionar sin descuidar al resto. Tiene que ser garante de la seguridad física y psíquica mediante ayuda si la piden o con una mirada, un gesto, el tono de voz. Debe ser capaz de conocer su propia situación emocional para no proyectar su deseo sobre el niño manteniendo una relación contenedora proporcionándoles los medios adquirir autonomía consciente. Tener disponibilidad con ternura y respeto, así como tener empatía tónica sin anticiparse ni interrumpir al niño en su acción espontánea. Es quién establece las normas breves, clara con firmeza (no confundir con posicionamientos rígidos) como pueden ser no hacer daño a los demás,….. que se dan al principio de la sesión o formularlas durante la misma de manera individual o colectiva deteniendo la acción para recuperar una dinámica adecuada de consideración.
Esta práctica parece sencilla, más no es tan elemental si se quiere entender coherentemente al niño en la construcción de su identidad, con su bagaje cultural, y la adaptación armónica a su medio social comprobando su evolución en un mundo de contrastes. Importante es que durante su duración no haya interferencias de otros adultos al margen de la práctica, ni que el número de niños sea elevado. Recomiendo que se graben para después registrar mejor la valoración de la sesión y observaciones relevantes, que de otro modo se nos pueden escapar.
Nos llamamos Bea y Marta y somos profesionales en educación infantil. Tenemos acumulados años de experiencia y formación en nuestro recorrido por la infancia, y nos encantaría devolverlo a la sociedad, compartiéndolo tanto con las familias como con otros profesionales.
Aucouturier comenzó con Lapierre a introducir aspectos afectivo/emocionales en sus trabajos de psicomotricidad, que empezaron analizando el aspecto terapéutico de la debilidad motriz trabajando con los adultos. Después se separaron por tener distintas concepciones. Mientras que la línea de Lapierre pasó a llamarse «psicomotricidad relacional», la de Aucouturier se le conoce como «la práctica psicomotriz».
Es una psicomotricidad vivenciada educativa-preventiva, cuyo objetivo es la transformación del otro y la transformación de entorno a partir de la acción del niño, que es la manifestación externa de la unión entre el cuerpo y la mente. Esta acción (encadenamiento de acciones placenteras) está cargada de simbología. Las sesiones responden a una metodología configurada en los dispositivos espacial y temporal (ritual de entrada, fase de juego sensoriomotriz y juego simbólico, momento de construcción de la historia, situación de la representación y ritual de salida) con su diverso material (mobiliario, blando, duro, de construcción, de expresión gráfica), para tener un orden que la sostenga que favorezca la espontaneidad y donde los niños se sientan libres.
El papel de psicomotricista además de observador, acompaña las dinámicas que los niños van creando sin implicarse sólo entrar en su juego para hacerlo evolucionar sin descuidar al resto. Tiene que ser garante de la seguridad física y psíquica mediante ayuda si la piden o con una mirada, un gesto, el tono de voz. Debe ser capaz de conocer su propia situación emocional para no proyectar su deseo sobre el niño manteniendo una relación contenedora proporcionándoles los medios adquirir autonomía consciente. Tener disponibilidad con ternura y respeto, así como tener empatía tónica sin anticiparse ni interrumpir al niño en su acción espontánea. Es quién establece las normas breves, clara con firmeza (no confundir con posicionamientos rígidos) como pueden ser no hacer daño a los demás,….. que se dan al principio de la sesión o formularlas durante la misma de manera individual o colectiva deteniendo la acción para recuperar una dinámica adecuada de consideración.
Esta práctica parece sencilla, más no es tan elemental si se quiere entender coherentemente al niño en la construcción de su identidad, con su bagaje cultural, y la adaptación armónica a su medio social comprobando su evolución en un mundo de contrastes. Importante es que durante su duración no haya interferencias de otros adultos al margen de la práctica, ni que el número de niños sea elevado. Recomiendo que se graben para después registrar mejor la valoración de la sesión y observaciones relevantes, que de otro modo se nos pueden escapar.